Amanecí como tantas otras mañanas, desde hace un tiempo ya.
Siempre la misma rutina.
Ducha, preparar el desayuno y mi habitual recorrida por los diarios digitales.
Es en ese momento que recibo un correo de la buena amiga Epístola Gutierrez,
Adjunto al mismo, esta bonita imagen.
Ella la encontró navegando “por ahí” y tuvo la deferencia de regalármela, como tantos otros lectores han hecho alguna vez con otras muchas imágenes.
Y me dio nostalgia…
Nostalgia por los amigos virtuales, por los posteos…bah, por el blog.
Siendo sábado y sin muchas cosas por hacer (en realidad con muchísimas cosas por hacer pero con cero ganas de hacerlas) decidí visitar mi abandonado espacio y hacia allí (acá) me dirigí, sólo para descubrir – por loco que parezca – que HOY hace un año que lo cerré.
Como lo lee.
Siempre digo que las casualidades no existen; justamente “hoy” Epis me envía ese oportuno correo que – sin saberlo ella – ofició como regalo del aniversario de mi despedida.
Y si estoy acá…
Habiendo acondicionado un poco el rancho, y como es otra de mis costumbres, voy a remontarme a mi pasado para compartir con ustedes un par de experiencias de mi juventud, aquellos años espléndidos donde la diferencia entre ilegal y legendario no estaba clara o donde participar de una pirámide humana con el equipo femenino de volley de la facultad, desnudos y aceitados, siempre parecía una buena idea.
Dos festejos. Dos situaciones. Una conclusión.
Magali era una compañera de la facultad. Una muy buena compañera.
Sí, es lo que ud piensa.
Sin compromisos ninguno de los dos y con la premura hormonal en la cresta de la ola, con Magali compartimos más de una tarde de estudio y mimos.
Lo cierto es que, para el final del semestre, nuestros encuentros “amorosos” habían terminado hacía rato y ambos nos encontrábamos en condiciones de aprobar el examen final.
Cosa que hicimos con rotundo éxito.
Como era costumbre, fuimos - en grupo - a festejar. Con el transcurso de las horas la cantidad de integrantes se fue reduciendo casi en la misma proporción que aumentaba la ingesta de alcohol. Así las cosas, con seis de mis compañeros (entre los que estaba Magali) terminamos en mi departamento.
No recuerdo el punto exacto de quiebre.
Esa frontera que en alguna película denominaron el momento “oh oh”, que es cuando uno sabe que debe detenerse pero aún así no lo hace; lo cierto es que en casa sólo había vodka con naranja para tomar y eso hicimos. Hicieron.
Mi departamento siempre fue mi refugio, mi templo. Ya expliqué aquí mismo por qué.
De a poco fui despachando a los borrachines. Magali estaba intratable. Para el final de la noche sólo quedábamos “el gallego”, Magali y yo. Para peor ella tenía el conocidísimo “pedo romántico”. Me quería curtir, bah.
Uno es, ante todo, un caballero. Hacer algo con ella – en esa situación – no sólo era indigno sino que era hasta peligroso porque creo recordar que, incluso, ella no estaba en el completo control de sus facultades motrices.
Alguna vez estuvieron con un borracho, BORRACHO ?
No hay nada más pesado.
Habiendo despedido al Gallego – el que no se quiso llevar al paquete beodo (maldito) – me puse firme con la dama en cuestión y le dije que se tenía que ir SI o SI.
Llantos (ma mi ta)
A media lengua intentaba convencerme de quedarse mientras yo estaba, ya no fastidiado sino, lisa y llanamente, ENOJADO. Tenía sueño y además – sabía que no la podía dejar ir sola en ese estado por lo que tenía que llevarla en taxi hasta su casa y recién ahí volver a la tranquilidad de mi ultrajado hogar.
Luego de una lucha Espartana consigo que acepte partir, pero me pide, antes, ir al baño. Lógicamente accedo, la entro y cierro la puerta.
Al instante escucho un “CRAAACCCKKKK” terrible
SE MATO !! Pienso, para mi, mientras entro...
...para descubrirla tirada en el piso, el lavamanos colgando apenas y un chorro de agua bañando la pared de enfrente mientras ella se descostillaba de risa.
5 AM.
Siempre supe que si no la metí en la bañera, teniéndola ahí mismo, para descuartizarla esa vez, nunca lo iba a hacer.
No los voy a aburrir con lo que fue cortar el agua, meterla en un taxi - mojados ambos - discutir con el chofer, aguantar sus llantos durante el viaje, evitar que vomitara en el auto y – prácticamente – tirarla en su casa huyendo a velocidad luz para no dar explicaciones a los padres, tan sólo para volver a buscar un plomero que me atendiera a primerísima hora.
Un encanto.
Experiencia 2:
Laura fue vecina del edificio por poco tiempo. No llegó al año.
Coincidimos en el gimnasio y empezamos a compartir las idas y venidas, siendo que vivíamos en el mismo lugar.
En poco tiempo habíamos alcanzado un grado de simpatía y confianza suficiente como para que no pareciera una mala idea bañarnos juntos, je.
Laura era inteligente, simpática, divertida y no estaba nada mal, debo decir. Tenía un solo problemita.
Era una hinchapelotas TOTAL !!
Desgraciadamente es de esa clase de hinchapelotes que uno descubre sólo después de haber estado juntos debajo de las sábanas.
Si hay algo de lo que me enorgullezco es de haber sido siempre muy claro en mis intenciones. Si mi compañera estaba de acuerdo, pues adelante, de lo contrario no dábamos ni un paso en esa dirección. Así he sufrido infinitos rechazos y he compartido muchos buenos momentos con las que me aceptaron.
Por lo dicho, no acepto que en el medio se me quieran cambiar las reglas. Eso intentó hacer Laura.
Poca suerte tuvo.
Nos despedimos civilizadamente (maso) y vuelta de página.
A la semana, un martes a las 3 AM suena insistentemente (MUY) el timbre de mi departamento. Yo vivía en un 8º piso y lo que chillaba no era el portero, sino el timbre. El de arriba.
Atiendo semidormido y me encuentro, apoyada – literalmente – en el marco de la puerta a Laura que, apestando a cigarrillo y cerveza por venir de un festejo de no sé qué, quería explicarme las bondades de iniciar una relación seria con ella.
Dije antes que soy un caballero ?
Porque en lugar de echarla a patadas la hice pasar para dialogar. Parece que mis argumentos (en el caso que ella los hubiera escuchado) no la convencieron del todo. Al menos eso interpreté yo cuando, sin previo aviso, se abrió la camisa para utilizar el más viejo (y convincente) de los recursos femeninos.
Debo confesar que en otras circunstancias hubiera sido posible que yo cediera a sus maléficos planes (jiji) pero, con un apéndice nasal como el mío, besarla fue besar un cenicero y – además – se notaba que estaba pasadita de copas.
Es como si uno saliera de caza y la presa estuviera atada a un árbol. No thanks.
Bajé con ella un par de pisos y la despedí presuroso.
Conclusión:
Las mujeres y los hombres…(a ver, todos juntos) “sooomoooos distiiintoooos”. Lo hemos dicho infinitas veces aquí.
Si yo me hubiera presentado en ese estado de embriaguez (de hecho lo hice, con lanzada incluída) frente a un señorita, es probable que ella nunca más me hablara (en mi caso no lo hizo porque se fue al exterior para no volver, hasta ahora)(el viaje no tiene nada que ver con mi vómito)
Piensen las damas cómo reaccionarían si un varón les rompe el mobiliario o si, borracho, golpea a vuestra puerta a horas impropias y con intenciones de tener sexo.
Si, seguro que llamar a la policía suena tentador
En fin…
Eso fue todo.
Es verdad, fue un poco largo pero…BANQUENLA HEREJES !! Hace un año que no me leen
De la torta por el aniversario no les doy ni un poco.
Aclaro que esto NO ES UNA VUELTA, sigo retirado, sólo quería saludarlos por haber estado siempre ahí y - por increíble que parezca - porque algunos de ustedes siguen pasando por acá.
Nunca dejaré de agradecer eso.
Y como es costumbre, esto no puede finalizar sin una consigna.
Alguna vez padecieron a un/a borrachin/a ?
ABRAZO A TODOS !
NOTA: acabo de tener otro regalito.
El google+ borró toooodas las imagenes del blog. DIVINO. De hecho algunos posteos, carecen de sentido sin sus respectivas ilustraciones.
Gracias google+. si faltaba algo para que me decidiera por quererte u odiarte, definitivamente inclinaste la balanza