Yo sabía que no estaba paranoico. A mi, alguien me sigue...

12 de octubre de 2009

MICELÁNEA


una amiga llevaba a su hijo (9 años) en el auto y éste le dice:

- mamá, ahora se hace "el sexo" a los 14 años…

la madre traga saliva, toma aire y muy naturalmente - para no espantarlo - le pregunta:

- y qué es "hacer el sexo"?
- no sé mamá !! no te digo que se hace a los 14... YO TENGO 9 !!!

(diálogo absolutamente verídico)


Recibo un mensaje de texto en mi celular.
Es de un número desconocido. Lo abro.
Textualmente dice: “Hoy me compre un personal y me regalaron una entrada para ver a Arjona en vivo” (creo que viene a Bahía en noviembre)(también vienen “los Fabulosos” y “Divididos”. No todo esta perdido)
Es – claramente – una publicidad.
Respondo el mensaje con otro que dice:

“lo siento. Hacé la denuncia en defensa del consumidor”

Me río.


Bahía Blanca es una ciudad caracterizada – entre otras cosas – por ser extremadamente ventosa.
A nadie le sorprende vivir jornadas con vientos de 80 y hasta 100km. Es natural.
El viernes fue uno de esos días.

En tales circunstancias, conducía yo por la vía rápida que une la ciudad con Punta Alta (otra localidad). En el medio: CAMPO. Nada más.

Observe que dije “vía rápida”… es una especie de autopista; qué tan lento podía ir yo… mínimo 100km/hs así las cosas, advierto que una gran cantidad de papeles cruza la ruta por efecto del ya mencionado viento. Como cuando uno tira un puñado de papelitos al aire. Hasta aquí nada raro, excepto que, no me pregunten cómo, en el preciso instante que atravieso la nube de “papelitos” alcanzo a divisar “algo” que me llama la atención.
Eran?! (me pregunto)
Freno (no venía nadie más en la ruta)(si, raro…muy raro)
Pongo reversa y retrocedo.

Uno de los papeles había quedado atrapado por una mata de vegetación al costadito del camino. Me bajo del automóvil y veo otro allá..y otro más allá…y otro más y otro más !! mucho viento…sigo juntando papeles…algunos se vuelan y desaparecen, otros son retenidos por la vegetación y van a parar a mis bolsillos.


Después de un rato – y cuando no ví más papeles que recoger – me subí al auto y me marché.
Llegado a destino los ordené y los conté.
Me encontré $ 300

No me pregunten de dónde salieron (ya dije que estaba en el medio del campo y no había nadie más en la ruta) ni cómo es que alcancé a verlos entre la velocidad del auto y la del viento… en fin, será que esos billetes eran para mi.

Este finde la cena afuera la invitó la casa.



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