Yo sabía que no estaba paranoico. A mi, alguien me sigue...

19 de marzo de 2008

SIN RENCORES


Tengo una lista de enemigos.

Si señor.
Sé que suena raro y mucho más cuando no sale de la boca de un fiscal o de Matías Ale.

Tampoco es que yo sea un energúmeno antisocial, ni pertenezco a ninguna familia mafiosa (aunque mi apellido lo sugiera), la realidad es que tengo una lista de enemigos. Sólo eso.
Y no es taaan malo tampoco, ya que los referidos enemigos siempre pueden ser borrados (de la lista), ya sea porque no son más nuestros enemigos o porque la fortuna o un “accidente” han decidido que no estorben más nuestro camino.

A veces incluso sirve para descargar tensiones.

Cuando alguien me molesta, el solo hecho de tomar mi libretita espiral de hojitas rayadas y tapas rojas, y escribir su nombre en una prolija cursiva, calma mis deseos homicidas y sirve como velada amenaza ya que siempre que anoto un nuevo nombre me encargo de aclarárselo a su dueño, sólo a título informativo.
Lo hago entrecerrando los ojos, mostrando ligeramente los dientes y arrastrando las “S”.
Supongo que debo mejorar la técnica porque la otra noche, enojado conmigo mismo, lo hice frente al espejo y noté que me asemejo muchísimo a un chino feo (como todos pero más) con una afección estomacal.

Fana a morir del rugby y su sobrepublicitada caballerosidad deportiva debo respetar sus reglas, las mismas que me obligan a aceptar que de vez en cuando algún desubicado me anote en su lista.
Me la banco.

A través de los años me he perfeccionado y así mis odios resultan en un todo selectivos, pudiendo organizarlos en categorías.

Odio a determinadas personas por su nacionalidad (es la más corta de mis listas y la que guardo con más recelo, no por temor a ser tildado de xenófobo, sino por las nacionalidades que odio).

Odio a algunos especimenes que me rodean por distintas actitudes hacia mi persona (es la lista mas larga y por supuesto esta subdividida en diversas categorías) allí encuentro compañeros de trabajo, vecinos, mecánicos, competidores deportistas, enfermeras, rotiseros, y algún que otro automovilista del cual desconozco, por los general, su nombre; (esto me acarrea dos problemas, el primero es el más obvio. Cómo lo anoto si desconozco su nombre? y así suelo registrarlo acompañando las características de su auto, o con un breve relato de los motivos que me llevaron a odiarlo, o finalmente con una reseña del lugar donde me lo crucé. El segundo problema radica en la dificultad de comunicarle su ingreso a mi lista, ya sea porque pasó a gran velocidad a mi lado o porque generalmente utilizo los primeros 10 minutos en insultarlo de las maneras más originales y pintorescas que se me ocurren y en la mayoría de los casos, estos individuos no permanecen mayor tiempo a mi lado)

Odio actitudes, y consecuentemente a quienes la tienen.

Odio ciertos temas musicales y a quienes los escuchan.

Odio mis debilidades pero no me odio a mi mismo.

Odio las cadenas de mails, pero no a quienes las reenvian.

Pero, fundamentalmente, odio tres cosas: las arañas, los odontólogos y una tercera que sólo confesaré si me ponen cuatro palos verdes en mi caja de ahorro del banco Provincia.

En algún momento pensé en la variante más lógica.

UNA LISTA DE AMIGOS.

Y entonces yo iría borrando a quienes me fueran desleales.
Deseché la idea de inmediato.

Difícilmente alguna vez llegue a ser tan larga como la de enemigos. Por otro lado, no me veo (por resultarme incomodo) diciéndole cara a cara a un tipo “te anoté en mi lista de amigos”, eso puede ocasionar que él me borre de la suya o que me invite a salir.
Asimismo (ya expliqué por qué) se trataría de una lista meramente masculina, DE NINGUNA MANERA ANOTARIA UNA MUJER, eso seria como resignarme de antemano, perder sin jugar...”afrancesarse”; y sin embargo, varias mujeres han entrado y salido de mi lista de enemigos, con la misma facilidad con la que destrozo a mi chica jugando al pool. Es horrible.

Por otro lado, todos. TODOS, tenemos más o menos, esta lista. Aún quienes no la lleven tan concienzudamente como yo o quienes directamente lo nieguen. Y lo hacen, por lo general con una sonrisita cínica y exhibiendo su cara más angelical, sin vergüenza.

Haga memoria.

A cuánta gente detesta en su barrio? En la oficina? Y ese empleado público o enfermero o transportista que lo maltrató hace poco?? No merecerían estar en una listita como la que describo?
Tampoco estoy hablando de empalarlos en una plaza pública ni de realizar un escrache domiciliario, sólo sacar la libretita…pacientemente anotar nombre y apellido… comunicarlo y retirarse (una mirada desafiante antes de transponer la puerta no es un detalle menor).

Esa persona, a partir de ese instante se cuidará de molestarlo, sencillamente porque si ud. esta tan desquiciado como para llevar adelante una conducta como la descripta, sólo sabe Yisus qué más es capaz de hacer

Cuando mis amigos me dicen con asco: “una lista? Por favoooor” estoy seguro que me están diciendo: “ tu segundo nombre es....?”


Los odio.

No hay comentarios:

Related Posts with Thumbnails