Yo sabía que no estaba paranoico. A mi, alguien me sigue...

28 de febrero de 2010

LA FIESTA INOLVIDABLE


La una


Apuro el último sorbo de mi cuarta cerveza y me pregunto cuánto más he de esperar.
Actualmente la previa se extiende hasta horas realmente ridículas. Alguien sugiere ir a las 3 y me descubro estudiando la posibilidad de fingir una ida al baño para huir por el ventilete con destino incierto; o no tanto, mi cama se me antoja exquisita en estos momentos.

“Pajas Bravas” (ok, lo sé. Pero nada tengo que ver yo con la elección del nombre de este boliche bahiense) festeja un nuevo aniversario y fui invitado al evento. Ahora sé que no fue una buena idea aceptar el convite.

Mientras festejo como un idiota un chiste que no escuché, imploro a San Verluindo – patrono de los jornaleros vegetarianos – por un corte de luz, un allanamiento policial o una invasión alienígena...lo que sea que me haga salir de ese lugar.
Moni – sospechando yo que pudiera enloquecer como ex marine – sugiere ir yendo “para encontrar estacionamiento”. La secundo como nunca.

A las 2 AM estamos entrando en el boliche. Me recibe un sonido ensordecedor disfrazado de música electrónica y la más profunda oscuridad.
Mis pupilas se dilatan de forma antinatural en busca de un mínimo reflejo que me permita adivinar que hay más allá de mi nariz.
Y es en ese preciso instante cuando un haz de luz intermitente me ilumina de frente causándome, lo que imagino, será una ceguera de por vida.


Busco a tientas el hombro de Chalo. La última vez que lo ví (en realidad, la última vez que vi cualquier cosa) caminaba delante mío.

Dicen que la pérdida de un sentido agudiza los otros. Es cierto. En este caso, la ausencia total de visión maximiza mi sentido del tacto. No me resulta nada difícil descubrir que en lugar del hombro de Chalo estoy agarrando la lola de una desconocida.

Las sombras cubren mi huida y la música acalla los gritos de la señorita ultrajada.

Lo que parece una luz de neón oficia de faro salvador y hacia allí nos dirigimos. Es una de las barras. Siendo 3 parejas, nos amuchamos como podemos y fingimos hablar. La verdad es que apenas escucho lo que dicen las personas que tengo al lado. Moni y Pamela.
Para peor, ellas hablan de algo que seguramente es interesantísimo… si sos mina.

Cuando creo que ya nada puede salir peor, la negra me toma de la mano y me dice “VAMOS A BAILAR”.

STOP!!

A ver… seamos sinceros.
Un hombre sólo baila por los siguientes motivos: 1- si se encuentra en una danza ritual. 2- si esta borracho en el casamiento de un amigo (algunos dirían que forma parte del item 1) y 3- si busca conseguir sexo.
Este sabroso machito, hace mucho tiempo que no practica ninguna de las cosas enumeradas. En primer lugar porque mis ritos de magia oscura no requieren de ningún baile y en segundo lugar porque hace años que no necesito seducir a ninguna dama con mi sensual y contagioso ritmo danzarín.
(thanks Yisus por Moni)

En busca de ayuda procuro hacer contacto visual con mis amigos sólo para ver como eran arrastrados, ellos también, a la “zona” de baile.

Resignado, me entregué.


Lo primero que noté es que – aparentemente – el pasito de “dancing in the dark” ya no hace las delicias de las jóvenes de hoy. Moni, creyendo que bromeaba, festejó mi gracia pero me invitó a cortar “la payasada”.

Mis siguientes pasos me hacían ver – en forma alternada – como los tíos cincuentones en las fiestas de 15 de sus sobrinas y la rana Rene cuando se pone nerviosa o huye de Peggy.

Ahora el tío…ahora la rana…ahora el tío…ahora la rana…

Volví a casa oliendo a cigarrillo y con el eco de la música en mis oídos. Desayuné y en lugar de ir a la cama me tiré en el patio pensando en lo que había sido, creía yo, la peor fiesta a la que había ido en mi vida.

Y me acordé del casamiento de Juan.

Sólo esto diré:
La entrada de los novios al salón fue musicalizada con un tema de Charly García. Listo. De ahí hasta el final, repito, HASTA-EL-FINAL sólo cumbia, cuarteto y cumbia villera. No me moví de mi mesa en toda la noche. Esto sucedió hace mil años. Cuando yo era un estudiante y no tenía un auto para huir. Esa sí fue mi peor celebración. No me salvó ni el alcohol.


Vuestra festichola más detestable?


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