Bitácora del capitán
Aún no amanece. Hace frío y las malas nuevas que llegan desde el norte calan hondo en la tripulación.
La nave esta presta a partir.
El combustible nos permitirá realizar la mitad del recorrido. Allí deberemos reabastecernos si deseamos continuar….
Si nos permiten continuar.
Otros viajeros, con menos suerte, han fallado en el intento y permanecen encallados en medio de la nada.
Quiero creer que sólo son cuentos de navegantes beodos, en todo caso trato de convencer a la tripulación.
El descontento y el malhumor pueden hacer más tortuoso aún el viaje. Temo de sólo pensar en un posible motín. Las consecuencias serían más que terribles….el terror se apodera de mi ser si imagino que “ella” pudiera querer manejar…
Observo el equipaje que espera ser cargado y reviso el plan de viaje.
Partimos por tres días o por tres años?
Mi lugarteniente me explica que debemos ser previsores puesto que no tenemos reportes del clima que nos espera en destino, que no esta mal ser prevenido frente a cualquier contingencia del viaje, y que además, tampoco sabemos si la fiesta es de sport o no. En todo caso que no sé un carajo, que me calle y cargue los bolsos.
Noto que la disciplina comienza a sufrir las primeras consecuencias del nerviosismo frente a lo desconocido.
Siguen llegando noticias pocos claras desde el norte.
La existencia de un monstruo irracional y autoritario es cada vez más firme. Recuerdo viejos relatos que mencionan un ser mitológico. Mitad cuerpo de mujer mitad cuerpo de pez…o de pingüino, no recuerdo. Ésta procuraba seducir a los viajeros con su melodiosa voz para luego devorarlos.
Temo por mi.
Suelo ser seducido por los cantos de las mujeres.
La buena noticia es que los víveres que cargamos alcanzan para todo un mes. De hambre no moriremos seguro. - 4 sandwiches de jamón y queso. 2 de milanesa, 2 paquetes de “mellizas” y 1 de “rumba”, 1 termo de café y 1 de agua para el mate. 2 “Rodhesias” 2 “titas” y 2 alfajores “Cachafaz” (la mejor imitación de los Havanas que jamás se haya inventado) – todo esto se sumará a lo que obtengamos en el trayecto y las posadas que a tal efecto se encuentran en el camino.
Partimos.
Es noche cerrada, pero pronto amanecerá.
A poco de comenzado el viaje el terror se apodera de la tripulación. Sólo yo mantengo la calma. A la distancia se vislumbra fuego sobre la ruta. Tememos lo peor. Quizá otros viajeros fueran abordados por “los del interior”, buitres codiciosos de fortunas o pudieran haber sido atacados por “los transportistas” (los bandos no están claramente diferenciados) y devorados a la vera del camino.
Mantengo el rumbo y disimulo mi inquietud. Aminoro la velocidad, veo un resquicio libre en la ruta hacía allí dirijo la proa, a la par que acelero enceguecido encomendándome a la santa virgen de los retenes, patrona de los viajeros que escuchan música country.
Pasamos.
Alcanzo a oír gritos y ver rostros desencajados.
Ordeno a mi lugarteniente documentar el instante. Si no logramos llegar a destino quizá nuestro testimonio sirva a otros aventureros.
FOTO:
Las cartas de navegación nos informan que, hace rato – en la oscuridad (que paradoja) – pasamos Dorrego. Hoy por hoy, la ciudad del espanto y el dolor.
Las primeras luces del día no traen mejor suerte.
Una espesa niebla impide cualquier intento de visualizar una emboscada más allá de 50 metros.
Nos vemos obligados a disminuir considerablemente la velocidad. Sabemos que así somos presa fácil pero no tenemos opción. Los nervios nos dan apetito. Ya nos cargamos un sandwich cada uno y las dos “titas”.
Hacé mate.
El estar con el estómago lleno nos provee nuevos bríos. El resto del viaje no presenta novedades. Entonamos canciones.
Nos despreocupamos.
GRUESO ERROR
(continuará)
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