Apenas una semana de invierno.
El descenso de la temperatura es directamente proporcional a mi descontento.
Algo dije en la entrada anterior, no me lo hagan repetir (les dije que el frío me pone de mal humor?)
Allí despotricábamos contra los ancianitos mala onda (y concluimos que no todos lo son)
Hoy es el turno del amor…bah…
DEL SEXO, que no tiene nada que ver (o casi)
Eran los primeros años de mi carrera universitaria. Mi soltería era mi bien más preciado…bueno, era mi único bien. No tenía auto ni casa, hacía poco que había alquilado un departamento.
Cuando Celina (ponele) se ofreció a llevarme en su coche, acepté de buen grado.
Celina era 7 años más grande que yo; un detalle sin importancia pero que (me) sirve para entender el por qué nunca antes, de esa noche, había pasado algo entre nosotros. Ella no solía ir a los boliches de estudiantes.
Coincidimos en una cursada y esa noche festejábamos la finalización de la misma con una cena en grupo, para terminar bailando todos juntos en Metrópolis (el boliche de moda por aquellos años). Recuerdo dos cosas por sobre las demás:
La cantidad de alcohol ingerido (por todos) y el frío polar imperante.
No es relevante el saber cómo es que llegamos al momento exacto en el que me subí a su auto sabiendo que no dormiría en mi cama; lo que sí debe saber ud, tolerante lector, es que me subí rápido. Muy rápido.
Con el objeto de ahorrarme el guardarropa no salía muy abrigado. La naturaleza es sabia y lo que no nos da en dinero nos lo brinda en salud. Hablo de los jóvenes.
Hoy me resulta impensado salir una noche de julio en remera y camisa, como otrora.
Celina vivía con su madre, ”pero tengo las llaves de la casa quinta”, me informó; y me pareció genial. Hacía allí nos dirigimos.
Lo primero que debo decir es que la casa quinta estaba en el medio de la nada.
Lo segundo es que, evidentemente, estas dos mujeres la utilizaban sólo en verano puesto que no había calefacción ni prendas de abrigo o ropa de cama.
Les juro por mí, que es lo que más quiero, que yo hablaba y me salía vaporcito de la boca…
Pedí permiso para ir al baño con la certeza de encontrar a Walt Disney en la bañera. Para mi sorpresa – o, a esa altura, ya no tanto - ni siquiera el agua caliente estaba habilitada.
Los mimos de Celina no dejaban lugar a duda respecto de sus intenciones. Mientras procuraba neutralizar los primeros síntomas de la hipotermia evocando en mi mente recuerdos de veranos pasados, me preguntaba si la dureza que me reclamaba esta SKADI local no era la propia del congelamiento.
Sacarme la ropa requirió de una fuerza de voluntad digna de un remero romano y cumplir con mi rol sólo fue posible gracias a mis – entonces - 23 añitos (maso)
Recuerdo haber declinado su oferta de llevarme a casa. Ella quería dormir y yo temía no despertar nunca más si no me mantenía en movimiento.
Salí a la calle con las primeras luces del amanecer.
Estar un domingo a esa hora por esos parajes debe ser lo más parecido a una caminata en soledad por el polo sur. La ausencia de seres vivos y la temperatura deben ser las mismas. Me crucé con un par de perros pero bien podrían haber sido pingüinos
Mientras tiritaba en el asiento trasero de un colectivo cualquiera, de regreso a la civilización, con hambre, sueño y frío, me prometí vivir de verano en verano. Promesa que nunca cumplí
Ah !
Walt no estaba.
Al menos en el baño.
Para los/las defensores/as de la cucharita invernal:
- Sacar un dedo de debajo de las cobijas requiere de una valentía propia de un Espartano.
- Hacerlo en la ducha es impensado si se tiene termotanque. En todo caso, el que queda fuera del chorro de agua caliente puede morir de un paro cardio respiratorio
- Nada menos sexy que el atuendo invernal para ir a la cama
- El sexo en el auto, con los vidrios empañados al estilo Titanic, es muy cool pero abrir la puerta del automóvil inmediatamente después del acto es un pasaje directo a la neumonía.
- el cuadro de la alfombra mullida y el calor del fueguito del hogar es muy lindo en una peli. La realidad nos indica que uno no puede ni soñar alejarse de los leños si no quiere correr el riesgo de sufrir el congelamiento de algunos de sus miembros. (y no hablo del principal).
Como sea.
Lo antedicho no significa que no tenga sexo en invierno pero, creame, estoy contando los días para el arribo de la primavera
Hoy, consigna alternativa:
1) cuál fue la peor noche de sexo que han tenido? o
2) qué promesa se hicieron que aún no se han cumplido?
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