Amo el mar
Me gusta más en verano, es cierto, pero me he dado cuenta que ejerce - en mí - una influencia positiva, no importa la estación del año en la que esté
Que ningún listillo arriesgue a decir que se debe a que soy un poco pescado.
Anyway
Volví.
Volví como se vuelve al gym cuando uno advierte que la balanza pide clemencia, volví como se vuelve a cualquier actividad cuando ya no hay nada mínimamente decente para ver en la tele o como cualquier tarde de domingo…sabiendo que al otro día hay que laburar.
Resumiendo.
Volví sin nada que postear (o todo lo contrario pero sin muchas ganas de hacerlo). Afortunadamente, mi buena amiga “TARIANA” (no es su verdadero nombre, ella prefiere mantener el anonimato) me envió un relato para “leyendas urbanas” pero yo más bien creo que es digno de una nueva sección:
HISTORIAS DE TELOS
Los dejo con la experiencia de Tariana (que de alguna manera tiene que ver con el mar):
“Yo era de esas que se enganchan a jugar con las boludeces de los telos, las lucecitas, los canales de la tele, el mecanismo de algún aparato raro, si lo había.
En esa oportunidad, la habitación tenía una cama que era una inmensa concha marina…
…con un montón de botoncitos que ni se sabía para qué eran, él me dijo que me bañara antes, así se acotaba el tiempo de mi boludeo con los efectos especiales.
Salí de la ducha y entró él. Con buena onda me dijo que jugara todo lo que quisiera mientras él se bañaba, porque después quería que jugáramos juntos y todas esas cositas que podrás imaginar...
Cuando le tocó el turno de la ducha a él, me enganché a jugar con unos botones que cambiaban las luces, algunas de las cuales salían de la cama misma, del cabezal, y cambiaban la onda del color de la concha...
El material de la cama era algo así como una resina…una fibra de vidrio parecida al material de ciertas lanchas. Mi momento de éxtasis fue cuando encontré una manijita que creaba un movimiento de balanceo, abriendo y cerrando la concha (no encuentro un sinónimo, ja, me incomoda un poco escribir tantas veces concha, a pesar de referirme a la que lleva la perla adentro... bue, a la del mar...)
La cosa fue así, se empezó a escuchar un ruidito extraño, como que crujía la cama al abrirse y cerrarse, pero no le dí pelota porque todo era tan bizarro que el ruido era lo de menos.
Y sí, a esta altura ya te imaginarás lo que pasó…
la concha se cerró por completo y por más que le daba y le daba a la manijita ésta no se abría.
Traté de empujarla a mano, pero el mecanismo se había trabado.
Las luces ya me estaban mareando, además de que al estar cerrada, la cama se ponía cada vez más caliente (supongo que por las luces o por el motorcito, qué sé yo)
El dato que te tendría que haber dado antes de empezar a contarte es que soy terriblemente claustrofóbica!!
Pero no de las claustrofóbicas que se ponen locas y comienzan a gritar. Yo soy de las que se empiezan a marear, se ahogan, les baja la presión, y se quedan paralizadas y mudas!!
Por más que quería gritar para pedir ayuda, me era imposible, no lograba decir ni mu.
Mientras estaba sufriendo esta situación digna de película de terror, como cortina musical, detrás del ruido del motorcito, se escuchaba cantar a mi acompañante. Él cantaba feliz en la ducha, ignorando que acaso yo estuviera por morir ahogada adentro de esa espantosa cama, y yo no podía sacar un sonido como para pedirle ayuda.
Luego de un rato, que a mí me resultó un siglo, se enteró de la situación y trató de abrir la cama, cosa que le fue imposible. Al saber que estaba afuera tratando de ayudarme, pude hablar, pero muy bajo, por lo que él me gritaba pidiéndome que hablara más fuerte...
En un momento se liberaron mis cuerdas vocales y con toda la potencia que puedas imaginar (se debe haber escuchado dos kilómetros a la redonda) me salió el grito: QUIERO SALIR DE ESTA PUTA CONCHAAAAA!!!
Al minuto llegaron a la habitación dos tipos del telo que vinieron a rescatarme al escuchar mi grito.
Con una barra de metal hicieron palanca.
Pero no lograron abrir la cama, lo único que pudieron hacer fue abrirla un poco apenas y decirme que salga rápido por esa mínima abertura.
Así que me deslicé como pude y respiré hondo como nunca en mi vida. Creo que en serio, ya me estaba ahogando feo.
El cuadro era digno de una comedia de enredos (un tanto HOT, pero comedia al fin)
Los tipos, barreta en mano, que no entendían cómo podía haberse trabada esa concha de cama (cuack), yo – en bolas - intentando llevar aire a mis pulmones, mi pareja, en bolas también, demandando explicaciones…
Nos ofrecieron una habitación especial (?) sin costo alguno, para reparar el mal momento, pero, obviamente yo ya no tenía ganas de nada, quería salir al aire libre, respirar mucho mucho aire libre.
Terminamos la noche tomando algo en el auto con las ventanillas bien bien abiertas, ja ja”
Hasta acá la historia de Tariana.
Yo ya conté de la vez que fui a un hotel y las puertas del baño eran del tipo “salón del oeste” (vaivén)
Es decir…todo bien… pero hay cosas que no es necesario ver de tu pareja (y menos si es una ocasional !)
Ustedes tienen algo que decir?
ACTUALIZACIÓN: Aclaración, por si querés decir que tu amiga te avisó la razón al ver los comentarios.
El chavón me mandó a bañar asegurándome que luego tendría mi recreo de jueguitos cuando él se bañara, porque ya habíamos probado varias veces que si nos bañábamos juntos tenía que esperarme mucho tiempo en la ducha, hasta que probase todos los chiches y lucecitas. El tema de empezar con los mimos no funcionaba cuando me obsesionaba con descubrir para qué era tal botonera...Y también sucedió una vez que saliendo del jacuzzi me enganché con unas bolas de espejos que bajaban y subían y movían las lucecitas reflejadas... bueno, es que me enganchaba a jugar y se pudría todo,entonces bañarme antes era el modo de acotar el tiempo de jueguitos. Es más teníamos que alquilar toda la noche, porque sabíamos que con mi pasión por los chiches el turno no alcanzaba para nada.
Era muy pendeja, y la relación ya llevaba bastante tiempo...
NOTA: GRACIAS ANITA
(foto callejera)
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