Esta nueva (no tan nueva) manera de comunicarnos a través de los mensajes de texto acarrea consigo un peligro latente e inmediato.
Las malas interpretaciones.
Quién no ha recibido un msn cuya lectura lo ha dejado perplejo.
“Qué le pasa a esssta?” nos preguntamos mientras aprontamos el dedo para responder la agresión con otro devastador msn aire- aire.
La escena descripta en el párrafo anterior puede verse fácilmente reproducida en los comentarios de los distintos blogs.
Aquí, como en ningún otro lugar, se producen infinidad de malentendidos. Colabora para que esto suceda la ausencia de las inflexiones de la voz, la imposibilidad de apreciar los gestos del rostro o la postura corporal de nuestro interlocutor, la lentitud – cuando no, la ausencia – de la repregunta; en fin, todo eso junto o por separado conspira en contra del mensaje emitido.
Mucho se ha escrito al respecto (CUACK).
Sin ir más lejos, en el post anterior, el 98,32% de uds me adjudicó algo que nunca dije, ni quise decir.
Sostener que A y B tienen un estilo mucho mejor que el mío no significa que yo no lo tenga. Desafío a cualquiera de ustedes a encontrar en el texto mencionado alguna oración en tal sentido.
Y llovieron los comentarios de aliento, de apoyo, los mimos virtuales, etc TODOS CON LA MEJOR INTENCION, pero tan innecesarios que me obligaron a una actualización.
Inútil, por cierto, nada cambió.
Infinidad de guerras comenzaron a causa de un simple malentendido.
Claro…hay de los otros; los graciosos, los que nos favorecen...
Victoria, compañera de estudios y amiga…
(STOP. Sé lo que está pensando. En toooooda la carrera y por motivos que explicaré en algún futuro post, sólo preparé dos materias con varones. No, no con todas tuve sexo. Este es uno de esos casos)
decía… Victoria solía tomarse muy a pecho cada examen. Demasiado. No era extraño que luego de un largo día de estudio Victoria se fuera a su casa a “fijar conceptos”
Cada final lograba estresar a Victoria. Más que al común de los mortales y – definitivamente – mucho más que a mi
Un día cualquiera, casi terminando la jornada, Vicky acusó dolores de espalda. La toco y, efectivamente, era una piedra. Estaba contracturada. Muy.
Un poco por buena onda y otro poco porque las mujeres HABLAN (ley del efecto domino), me ofrecí a hacerle masajes.
SÉ HACERLOS
Victoria se tendió boca abajo sobre la alfombra y yo me senté sobre su cola. (desaconsejable e innecesario pero agradable)
Música suave y placentera…el sol del atardecer entrando por la ventana…
si Victoria no hubiera sido Victoria y yo no fuera quien soy, bien podría haber intentado algo, sin embargo nada de eso pasó. Ni en ese momento ni después ni nunca.
Lo cierto es que me limité a masajearla como lo había prometido
Cada “movimiento” mío arrancaba una exclamación de ella.
Ora un gemido, ora una queja
Y entre “hay”, “ahh” y “uff” se colaba un “más fuerte” o un “ahí, ahí, así ahí aaaaah”
Finalizada mi tarea, beso y chau, hasta mañana.
Al otro día, temprano como siempre, salgo camino a mi trabajo y cruzo al portero que baldeaba la vereda. Se detiene para dejarme pasar y – sonriendo - responde a mi “buen día Oscar” con un guiño cómplice a la par que me descarga un “maaaaeeeestroooo”
Supe más tarde (por otros amigos del edificio) que Oscar, en circunstancias que desconozco, escuchó lo que pasaba en mi depto y se imaginó…lo que ud se imagina (valga)
El malentendido me significó un prestigio inmerecido. Victoria no quiso venir a estudiar por una semana, (después si) y a Oscar nunca le dije la verdad.
Cuál es el último malentendido que los haya favorecido o perjudicado?
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