Yo sabía que no estaba paranoico. A mi, alguien me sigue...

7 de noviembre de 2008

CASI SIN QUERER


AAHH!
Qué lindo volver a las épocas de oro negro y sol.

Mientras Chopper – siguiendo la tradición familiar – da buena cuenta de un helado de granizado, yo me dejo llevar por la modorra del calorcito y me remonto a los orígenes de éste blog, cuando allá, por enero y también en una reposera, principiaba mis posteos.

Un juego de verano, destinado a ser leído por mis amigos de siempre. Terminadas las vacaciones el blog pasaría a mejor vida….y YA VEN!

Hoy les quiero contar de M (sobrina de ML, la que por entonces…ERA MI JEFA)

A M la conocí en la Facu, con ella compartimos cursadas, asados y amigos. M era muy buena onda. Estoy seguro que aún lo es.
Por ser del interior, vivía en la casa de su tía platense (mi jefa). En una oportunidad, ML tuvo la brissshante idea de festejar el cumple de su sobrina en su casa; lo que implicaba cena formal, música moderada y aburrimiento.

A los veintipico uno sólo quiere festejarlo con alcohol y R’n’R. Las pizzas son una excusa y buen tentempié después del sexo

Puntualmente me presenté en el domicilio de ML (declinar la invitación no era una opción, por varios motivos, en primer lugar temía engrosar la lista negra de ML y – fundamentalmente – apreciaba a M; quien – sospecho – no estaba muy conforme con la idea de su tía).

ESO SI!!
Pensaba estar lo mínimo socialmente aceptado y rajarme. Sabía dónde encontrar a la barra perfecta.

De entrada, primer sorpresa. La reunión se celebraría en el quincho, el que estaba dispuesto como cuando de chicos organizábamos un malón (asalto, fiesta, etc.) esto es, mesa en un costado con bebidas y comida chatarra. DJ en el otro extremo y nada más. cero abuelas, cero jefas, cero familiar mayor.

Sorpresa dos. La más grata. Estaba Romina. Una morocha hermosa, menudita y sensual.

Romina era amiga de una amiga y siempre que nos veíamos bromeábamos sobre las cosas que nos haríamos. Ella a mi y yo a ella.
Nunca paso de eso, entre otras cosas, porque tenía un novio tan grande como impresentable. Un rugbier que la cagaba en cada ocasión que podía. Ignoro si ella lo sabía, intuyo que si.
Esa noche Romina estaba sola. El novio no la había querido acompañar porque – imagino – como yo, pensaba que iba a ser un garrón.

Estuvimos juntos toda la noche. A veces muy acompañados y a veces no. Lo que es seguro es que le solté todas las jaurías como si ella hubiera huido de un penal.

A la barra perfecta no la llamé nunca. Fuera cual fuera el resultado pensaba morir allí.

Risas – baile – chupi – risas – joda – baile – baile – chupi – chupi – chupi…

- Más cerveza?
- En la cocina!
- Yo voy, dije; y atravesé el patio que separaba el quincho del resto de la casa

Ella sonreía cuando entró detrás de mi y aún lo hacía cuando, ignorando la boludes que le pregunté, me estampó un beso sin decir palabra. El primero de muchos más.


- Vení, me susurró y de la mano me introdujo en un bañito de servicio.

Hicimos el amor…bah...COGIMOS!
No es mi costumbre dar detalles y no lo haré hoy tampoco.
No fue dulce y sí fue hermoso.
Fue caliente, intenso, con rabia.

Quizá el alcohol…quizá el saber que yo estaba en la casa de mi jefa y ella engañando a su novio… quizá realmente nos gustábamos…no sé, fue GENIAL

Créanme cuando les digo que no lo repetimos nunca. Esa fue nuestra única noche y pienso que fue mejor así
Muchas veces surge algo bueno de lo que no esperamos. Quién no ha pasado las mejores noches en aquellas salidas no programadas, o incluso, de esas reuniones que – a priori – son un embole.
Cuántos empezaron algo “para ver qué onda” y hoy viven de eso, felices y orgullosos.


Qué es lo que hiciste sin demasiadas expectativas y luego te sorprendió gratamente el resultado?

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