Yo sabía que no estaba paranoico. A mi, alguien me sigue...

4 de marzo de 2008

FLASHBACK


Cuánto tiempo había transcurrido desde el inicio de las acciones es, aún en este momento, una incógnita para mí, pero es indudable que a partir de ese instante los hechos se precipitaron vertiginosamente. Sin pausa y sin tregua.
Una cosa llevó a la otra y todas juntas nos pusieron en esta encrucijada. Este enfrentamiento encarnizado.
Este fatídico encuentro final.

Todo depende de mi.

Años de entrenamiento, de estudiar los movimientos del enemigo, de observar sus tácticas; infinidad de jornadas bajo el sol inclemente, de luchar, literalmente, contra viento y marea, habían forjado en mi espíritu esta sed de victoria.
Era, sin duda, una cuestión de vida o muerte.
Me temblaría el pulso en el último segundo?

Cuánto podría pesar en mi férrea voluntad de cumplir con mi objetivo el lazo que me unía al adversario?
Todo dependía de mi puntería.
Un solo tiro y sabría en el acto cuál sería mi final.
Si acertaba… la victoria !! el regreso a casa heroico y triunfal.
Si erraba…todo habría terminado.
Sería el fin

Luchaba contra él, pero también contra mi mismo. Los recuerdos de otros momentos nublaban mi albedrío. Un sentimiento extraño apretujaba mi pecho, mezcla de dolor y tristeza, tristeza porque alguna vez peleamos codo a codo contra un adversario común, y hoy el destino cruel nos enfrentaba en un último desafío final. Caía en la cuenta que en definitiva no éramos más que mercenarios.

Atardecía.

La poca luz no me ayudaba. No podía esconderme. Huir no era una opción. Tenía que afrontar mi destino. Éramos él y yo; en instantes sólo uno sonreiría.

No hay tiempo de más cavilaciones.
Tengo que efectuar el tiro.
Una gota de sudor se desliza lentamente por mi frente. Intentaba contener la respiración al máximo, para no malograr mi puntería. La vista fija en el objetivo. En el último instante mis ojos encontraron los suyos, para mi sorpresa ví temor en su mirada. Él comprendía que estaba a mi merced y que yo no lo perdonaría. No había lugar para la clemencia. Debía terminar. QUERIA TERMINAR.

Tensé mis músculos…apunté y tiré….







Fallé..


Papá me volvió a ganar al tejo y la recalcada concha de la almeja






NOTA: un día como hoy, pero hace 20 años el "negro" Olmedo me quitó por mucho mucho tiempo la misma sonrisa que me supo regalar infinidad de noches adolescentes.
Fue la primera vez que sentí como propia la pérdida de un ser que - en realidad - no conocía más que a traves de sus personajes.


Gracias Negro por hacerme creer que la sonrisa es un arma poderoza, que la alegria cura y la carcajada sana.

después de todo.. humor se parece bastante a amor
 

No hay comentarios:

Related Posts with Thumbnails