Yo sabía que no estaba paranoico. A mi, alguien me sigue...

29 de febrero de 2008

TE ESPERO CON UN ASADITO


Estoy semidormido.

Me encuentro boca abajo en medio de la difícil tarea de tomar sol de espaldas. Lo detesto, pero es la única manera de no parecer una ficha de “reversi”.
El graznido de las gaviotas se ve interrumpido por los primeros acordes de “Funky mama”. Es mi celular, que me da la buena nueva: Bubu se queda un par de días en casa, de camino a Las Grutas.
Mi querido y entrañable amigo Bubu. Inseparables en la peor etapa de rebeldía adolecente. Cómplices universitarios. Hermanos por elección.

Interrumpiré con gusto mis vacaciones en Monte para albergar a mi incondicional compañero de aventuras, camarada en las buenas y en las malas. Viene con Sofia y las dos nenas. Llega el sábado y se va el lunes. Hoy es jueves.
Hace casi un año que no veo a mi querido amigo Bubu; bien vale sacrificar apenas cuatro días de mis vacaciones. - DALE ! te espero con un asadito – le dije y corté.

Mi chica, en forma inconsulta, dispone viajar esa misma tarde porque quiere llegar un día antes para poner la casa “en orden” como si a Monte hubiéramos ido huyendo de alimañas invasoras que tomaron por salto nuestra casa o quizá escapando de una inundación de aguas servidas que avanza desde el baño del patio.

El viaje a Bahía se asemeja a una procesión de feligreses devotos de la virgen de Luján en el día ese que salen todos juntos a visitarla, imitando los 10 km de la maratón Nike pero sin las medallas, ni las remeras. ¿Calientan y elongan antes de salir ?

Tardo casi dos horas en recorren los 122 km que separan Monte Hermoso de Bahía Blanca. No ayuda el tremendo tráfico que viene de frente, camino a la ciudad balnearia, ni los 358 camiones que se dirigen hacia el sur, todos delante mío. Tampoco ayuda el sol en mi cara, ni las cosechadoras que van de campo en campo, ignorando la legislación vigente, menos aún la señora del citroën amarillito que maneja a 60 y no la podemos pasar por el referido inmenso tráfico del sentido contrario de la ruta.
Finalmente llego a destino.

El tinte rojizo del atardecer y la falta absoluta y total de oxigeno me hacen creer que en realidad arribé a Marte.
Se entiende la demora.
Hay una sensación térmica de 39 grados centígrados. Me transpiro hasta el culo sólo por poner la llave en la cerradura de la puerta. No corre ni una mínima brisa. Es como ponerse una bolsita de freezer (de las grandes) en la cabeza. No lo recomiendo (nunca más lo volví a hacer mamá).

Llamamos a la chica que nos ayuda con la limpieza de la casa.
Oops.
No va a poder venir.
- No hay problema – dice mi chica (como cada vez que sí los hay).
Como Tom Hanks en “Rescatando al soldado Ryan” se acomoda el casco y comienza a dar órdenes desplegando sobre la mesa de operaciones un mapa de la casa.
Vos ! escritorio, baño y garage (incluye el patio y la terraza) – ordenó y me hizo entender con señas de marine norteamericano que ella se encargaría del resto de la casa. Parapetada en el mobiliario del living se dirigió hasta el lavadero para repartir las armas..o elementos de limpieza.

Lo que prometía ser un “repaso para ordenar” se presentaba ahora como una operación fríamente calculada y planificada durante meses con códigos y estrategias, maniobras de distracción y horarios estrictos.

De nada sirvió que le recordara al alto mando que Bubu era un amigo, que no venía a revisar la limpieza de nuestro hogar, que habíamos compartido más de un departamento en la ciudad de La Plata (llegando a no lavar el baño por un par de meses)(todavía agradezco la existencia de amigas dispuestas a ocuparse de la vajilla, sólo porque eran amigas), etc.

Les ahorraré los detalles de las acciones. Sólo diré que no cumplí con el objetivo. Patio y terraza quedaron para el otro día. Mi hombría y deseo de vivir también.

No me levanté temprano, la mala noche producto del insoportable calor y el cansancio de las tareas de limpieza me hicieron dormir hasta aproximadamente las nueve. Todavía tenía que comprar las cosas para el asado, con el que agasajaría al queridísimo Bubu.

Al llegar al Súper supe que dentro del infierno puede existir otro infierno particularmente más monstruoso y concentrado. Parecía que la mitad de Bahía que no se había cruzado conmigo el día anterior camino a Monte, se había quedado aquí. Cuando digo “aquí” me refiero al supermercado.

Cuando vivía en Mardel, daba gusto ir en esta época al súper. Infinidad de mujeres, ex o futuras, reinas de la belleza del festival del can can cuadrillé, de esas que hacen que el resto de la humanidad se sienta ultrajada, estafada, ignorada y fea. Sobre todo fea; reparten a modo de promoción desde quesitos, salamines y galletitas saladas, hasta yogures y helados, pasando por los jugos y gaseosas y alguna caldito, salchichitas, choricitos parrilleros con la nueva salsa de tomates peritas y aceitunas. A mi una vez me tocó una que me dio champignones al vino blanco. Lo juro por ésta.

Si estuviera en Mardel le decía a Bubu que lo esperaba en la puerta del súper. Lo saludaba y le ponía una servilletita al cuello. Pero estoy en Bahía, la capital del básquet y de las cajeras lentas.

Gracias a la práctica adquirida en mis años de rugbier no me fue difícil hacerme de las costillas de asado, pechito de cerdo, unas mollejas, un poco de verdura para las ensaladas – muy poco – y las gaseosas. Se puede comer asado sin vino tinto señores.

El problema fue la cola para pagar. Allí donde no tuve que empujar a nadie, donde no hubo necesidad de clavarle el carrito en las pantorrillas a la gorda que te quiere ganar la cuerda interna en la góndola ocho, es donde fallé. Lo mío es el contacto físico.

Resignado como vaca en el frigorífico me puse en fila y a medida que me aceraba a la caja, con todo el tiempo del mundo, me dí cuenta de un montón de cosas que siempre quise hacer en esos lugares pero nunca me animé, por ejemplo:

Llegar a la caja y con toda la parsimonia del mundo Ir trasladando del changuito a la cinta transportadora todo lo adquirido pero estableciendo un orden estricto y arbitrario: en la fila de adelante, los congelados; luego, productos de limpieza; a continuación, verduras; etcétera. Colocando los productos simétricamente, en filas de a números impares y en el caso de que sean apilables, apilarlos hasta límites arriesgados, a ver si el improvisado "yenga" de leche larga vida se banca el arranque de la cinta transportadora. Si algún empleado pretende ayudarnos para apurar el trámite y desordena nuestros productos, chillar como un cerdo y exigir que se nos permita empezar de nuevo.

Otra que es buenísima es, en un momento de distracción, mover el separador de compra de supermercado a los límites interiores de nuestra compra, y obligar al de adelante a comprar un producto carísimo. Por ejemplo, un neumático, o un colchón o un DVD. También podemos invertir el juego y apoderándonos de un producto ajeno, despojando al desprevenido de su ración semanal de papel higiénico

Alguna vez pensé cargar el changuito con objetos que hagan pensar a los demás que estoy desequilibrado. Por ejemplo, doscientas latas de arvejas y un plumero. O cuerdas, cuchillos de carnicero y cloroformo (¿se vende cloroformo en los supermercados?) O treinta huesos de goma para perros, treinta gaseosas y treinta velas aromáticas. La compra debe ser abundante. Una vez en la caja, después de diez minutos descargando los productos, gritar “¡Me falta el queso blanco! ¡Ya vengo!”, e irme corriendo del establecimiento. Pero lo descarté porque nunca estoy taaaaan al pedo.

Lo que no descarté para nada y juro….JURO… que alguna vez voy a hacer es pararme en la primer caja de la hilera e ir saltando de una a otra para ver si llego al final o me interceptan antes. Cuidate Wal Mart.

Adjunto dibujo explicativo.


Finalmente logré abonar. A las 12 estaba en casa con el fueguito prendido. Me faltaba lavar el patio. Ok. Mientras lo hago controlo la parrilla. Una boludes. Manguereamos la escalera…ojo, es de mármol. Sacate las zapatillas que te vas a resbalar y te abris la cabeza… ji ji ji me hace cosquilla el agua, uuuhhh se cayó un tronquito de la parrilla, voy corriendo a acomodar el fueguito…….MALA IDEA.

Son las 13,30. Bubu todavía no llegó, el asado casi está. Es muy buena la cremita que me puse en la terrible ampolla del pie izquierdo, esa que me salió por pisar una brasa, hace un ratito, nomás.

Otro día de calor insoportable.

Que lindo. Viene Bubu.


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