Yo sabía que no estaba paranoico. A mi, alguien me sigue...

29 de febrero de 2008

UNA TRISTE EXCUSA

Si tengo que ser sincero hoy no esta tan bueno.
Esta un poco freso.

Hay un viento de recagarse.
Viento que obliga a todos los culitos a andar con buzo.

Odio a los que trotan a la orilla del mar.

Desde el gordo comechurros que corre sólo 3 metros y cae como mosca, requiriendo respiración asistida y masajes cardiacos, hasta el fucking atleta con menos grasa que una esterilla. Ese que no fue feliz durante once meses sólo esperando este momento.

Todo lo que haya hecho durante el año no fue más que una desdichada y triste excusa.

El tipo sólo tiene una meta. Correr de espigón a espigón para demostrar que es el único ser en esta playa que no necesita correr de espigón a espigón.
Si es ud. un despierto observador notará que esta actividad la desarrolla prolijamente ataviado de una sunga (negra), una riñonera (negra) y un gorrito de visera (Puma, también negra). Se trata, en definitiva, de un miserable badulaque, inseguro y de pito corto, con serios problemas de identidad sexual. Sólo puede hacerme dudar si corre con pantaloncitos de fútbol.

Pocas actividades demandan correr frente al mar y están, por lo tanto, justificadas.
A saber:

Correr detrás de una sombrilla.
Correr detrás de un heladero.
Correr detrás de un balón.

No hay más.

Convencionalmente se acepta correr escapando de la marea o su variante, correr escapando de la arena de temperatura “lava ardiente”
Existe una única excepción a la regla de los que corren en la playa y ésta es correr, escondiendo la panza, delante de una o varias señoritas que reposan en traje de baño al sol.
El detalle de estar reposando es importante porque esta actividad física sólo debe ejercerse delante del campo visual de las mismas, ni un metro más.
Primero, por innecesario.
Segundo porque la falta de oxigeno puede ocasionar una embolia cerebral con parálisis facial, todo lo que dificultará enormemente que podamos mantener una conversación interesante con ellas, no porque no seamos ocurrentes e ingeniosos, sino porque la baba que va a escapar por la comisura de nuestros labios nos hará parecer, con notable semejanza, a un pescado muerto con las tripas afuera.
Nada agradable.

Y DE ESO SE TRATA !

Todos los que corren, lo hacen en la creencia que con ello lograrán que a su paso las mujeres se revuelquen en la arena al grito de “haceme tuya!!”, mientras las más gorditas sólo se limitaran a arrancarse los corpiños ofreciéndoles sus senos como vasitos de agua en una maratón.
Esto no sucede.
Por el contrario, al no ser una actividad practicada con regularidad, nuestro físico no responde como uno espera.
El braseo desacompasado nos hace ver como una mala imitación de un epiléptico.
El rostro se nos desfigura; consecuencia involuntaria e inevitable del vaso a punto de estallar.
La escena se completa con un profuso abdomen que, con la misma consistencia de las aguas vivas que tratamos de no pisar en la orilla, se balancea de izquierda a derecha, y viceversa, una y otra vez como un sachet de leche de 20 litros.

Es como un movimiento negatorio.
“no cogeras, no cogeras”
Para peor, siempre habrá alguno que corra más que nosotros…

y ni hablar si es el putito ese de la sunga negra !!


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